El trabajo es una parte esencial del ser humano, y los robots no se lo quitarán

Vivir es mantenerse ocupado.

Los humanos podrían definirse como la especie que fabrica herramientas complejas a partir de materias primas. Empezamos usando el fuego para cocinar alimentos y hacer ollas. Ahora tenemos máquinas que nos ayudan a pensar, extraer metales y explorar otros mundos. Pero, ¿la tecnología nos ayuda o nos perjudica? ¿Existe tal cosa como demasiada tecnología?





La noción de que la mecanización y la tecnología nos brindarán tiempo libre para que podamos disfrutar de la vida es tan antigua como la tecnología misma. El uso de animales de granja para atravesar los campos ahorró a los humanos mucho trabajo duro. Los romanos usaban molinos para moler el grano y sacar agua para el riego. Las máquinas de vapor cambiaron el mundo. A medida que avanzamos en la historia, la lista crece y también el impacto.

La tiranía del ocio

La expectativa siempre ha sido que a medida que la tecnología y la mecanización del trabajo crecieran en sofisticación, los humanos tendrían más tiempo libre y, por lo tanto, más oportunidades para el ocio. Sin embargo, si hoy en día le preguntáramos a la mayoría de las personas si tienen más tiempo libre, la respuesta sería no. A pesar de todas las máquinas y la tecnología, la gente se siente más ocupada que nunca. ¿Qué salió mal?

Por un lado, está la cuestión de la creciente demanda. Incluso si la tecnología y la mecanización optimizan la producción, el aumento de la demanda hace que las ganancias de productividad se sientan ineficientes. Una población mundial en crecimiento con un apetito creciente por los recursos desafía continuamente lo que la nueva tecnología puede hacer. A medida que las máquinas resoplan y resoplan, la gente sigue pidiendo más.

Pero hay otro aspecto de esta pregunta, uno relacionado con la forma en que funcionamos. Imagina un futuro en el que la automatización llegue a un punto en el que las máquinas cubran la mayoría de las tareas que actualmente nos mantienen ocupados. Conducir automóviles, escribir memorandos, programar computadoras, reparar máquinas, cultivar campos, diagnosticar y operar pacientes: ninguno de estos trabajos requerirá una mano humana por más tiempo.

¿Qué tan intolerable sería para nuestra psique todo este ocio ganado? Hay tanto placer en ver televisión, hacer ejercicio o incluso relacionarse con amigos y familiares. En algún momento sentimos la necesidad de estar ocupados y sabemos que debemos actuar en consecuencia. Puede que el trabajo no nos haga libres, como afirma la horrible cita a la entrada de algunos campos de concentración nazis. El trabajo es, sin embargo, una parte integral de lo que somos. Si somos improductivos durante un período prolongado, es difícil deshacerse de un sentimiento de inutilidad. Incluso cuando tenemos tiempo libre, o cuando nos jubilamos, encontramos pasatiempos que nos mantienen ocupados.

No estamos hablando aquí de mano de obra gravemente mal pagada, que es éticamente inmoral. Claramente, esta no es la forma de trabajo a la nos referimos. Tampoco nos referiremos a cuestiones sociopolíticas relacionadas con el trabajo, como los programas de ingresos universales, ya que son un tema completamente diferente.

El trabajo como expresión personal esencial

Somos organizadores, constructores y experimentadores. La expectativa de que la tecnología nos dará más tiempo libre y, al hacerlo, nos hará sentir más libres, malinterpreta nuestra naturaleza. Confunde libertad con no trabajar. La premisa parece equivocada, porque el trabajo trae una medida de disfrute a muchas personas. El valor del trabajo va más allá del sueldo. Cuando el trabajo de rutina no es gratificante, buscamos pasatiempos, nos unimos a grupos de voluntarios y participamos en actividades que nos mantienen ocupados y nos brindan cierto grado de diversión.

Los humanos somos una especie trabajadora, como lo son la mayoría de los animales. Vivir se trata de estar ocupado, ya sea buscando comida y construyendo refugios, o diseñando campañas de marketing o cohetes. La tecnología y la automatización seguirán liberándonos de algunas de nuestras tareas, pero también crearán nuevas formas de mantenernos ocupados.

Las computadoras pueden optimizar muchas de nuestras actividades diarias, pero aun así nos sentamos frente a ellas la mayor parte del día. Evitar nuestros teléfonos durante más de una hora parece impensable para la mayoría. Ser libre es, en cierto sentido, poder elegir cómo dedicar nuestro tiempo.

Cualesquiera que sean nuestras elecciones individuales (y privilegios sociales), nos aseguramos de mantenernos ocupados de una forma u otra. La tecnología y la automatización pueden cambiar nuestras elecciones, pero no nuestras necesidades. El trabajo es una forma de ejercer nuestra libertad.

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