La advertencia que hizo Einstein sobre el fin del mundo

Einstein no solo transformó la física, también advirtió sobre el peligro nuclear. Descubre su legado más allá de la ciencia.

Aunque muchas personas no estén familiarizadas con los intrincados detalles de la obra de Albert Einstein en física teórica, reconocen una cosa con certeza: «Ese hombre era realmente inteligente, ¿no?» Claro que sí. Einstein no solo destacó como un gigante del intelecto, sino también como alguien dotado de una gran sabiduría, humildad y empatía.





Según una carta de 1940 mencionada por el Huffington Post, Einstein expresó:

No me identifico con el espíritu combativo del ateo militante. Prefiero mantener una actitud de humildad que refleje la limitación de nuestro entendimiento intelectual sobre la naturaleza y sobre nosotros mismos.

En otras palabras, Einstein no solo poseía un profundo conocimiento de las ciencias físicas y matemáticas, sino también una profunda comprensión del alma humana, lo que le hacía preocuparse genuinamente por el futuro de la humanidad.

Un año antes de redactar esas palabras, Einstein había urgido al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt a intensificar el desarrollo de la bomba atómica. Posteriormente, describió esta acción como su «único gran error». Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en su discurso durante la entrega del Premio Nobel de 1945, Einstein advirtió con prudencia:

La guerra está ganada, pero la paz no.

Aunque no tuvo un papel directo en el Proyecto Manhattan, liderado por J. Robert Oppenheimer, que culminó con la creación de la bomba atómica, Einstein se sintió parcialmente responsable. La comunidad científica de aquel tiempo estaba profundamente interconectada, y él comprendió la importancia de alertar a la humanidad sobre el peligro de autodestrucción inherente al uso imprudente del armamento nuclear. En particular, Einstein consideraba que la bomba H, la forma más devastadora de bomba atómica, representaba una amenaza existencial para el planeta.

La perdición de la bomba H

Para quienes no están versados en los detalles del armamento nuclear, es importante saber que existen diversos tipos de armas nucleares. La bomba atómica, utilizada por primera vez en 1945 durante la Segunda Guerra Mundial sobre Hiroshima, es el diseño original de este tipo de armamento. Este tipo de bomba logra la división de átomos mediante una combinación de plutonio o uranio y explosivos convencionales, a través de un proceso conocido como fisión nuclear.

Sin embargo, Albert Einstein mostraba una preocupación aún mayor por las bombas de hidrógeno, o bombas H, que son dispositivos termonucleares que emplean tanto la fisión como la fusión nuclear. Estas bombas no solo dividen átomos, sino que también los recombinan para aumentar significativamente su poder explosivo, superando con creces la capacidad destructiva de las bombas atómicas.

Los temores de Einstein tenían fundamento, dado que la arma nuclear más potente jamás creada fue efectivamente una bomba de hidrógeno, lanzada en 1961. Conocida como la Bomba del Zar y desarrollada por la Unión Soviética, esta bomba tenía un poder explosivo aproximadamente 1.570 veces mayor al de las bombas combinadas de Hiroshima y Nagasaki.

En 1952, Estados Unidos había detonado la primera bomba de hidrógeno del mundo, tras la orden del presidente Harry Truman en 1950 de reclutar a científicos del Proyecto Manhattan para su desarrollo.

Esto ocurrió cinco años después de la advertencia que Einstein hizo en 1945 sobre el peligro de desarrollar más armamento nuclear. A pesar de sus palabras proféticas, la alerta de Einstein fue ignorada.

En el contexto de los nuevos miedos de la posguerra y los recientes recuerdos de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, las superpotencias mundiales avanzaron en la creación de un arma que superaba en tamaño y capacidad destructiva a la bomba atómica.

La advertencia en el manifiesto Russell-Einstein

Diez años después de recibir su Premio Nobel en 1945, Albert Einstein se unió a Bertrand Russell, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, para alertar sobre los peligros de las bombas de hidrógeno. El Manifiesto Russell-Einstein, disponible completo en Pugwash , fue suscrito por varios físicos y matemáticos prominentes y presentado en Londres en 1955.

El último párrafo del manifiesto resume de manera precisa su mensaje:

Ante el hecho de que cualquier guerra mundial futura empleará indudablemente armas nucleares, y que tales armas amenazan la supervivencia de la humanidad, instamos a los gobiernos del mundo a reconocer que sus objetivos no pueden ser alcanzados mediante una guerra mundial, y por lo tanto, los exhortamos a buscar soluciones pacíficas para todas las disputas entre ellos.

La elección, según escribieron Einstein y Russell, está entre «el progreso continuo en felicidad, conocimiento y sabiduría»… y la muerte.

Einstein y sus colegas destacaron especialmente que el poder destructivo de la bomba H podría «muy posiblemente poner fin a la raza humana». La cantidad relativamente pequeña de víctimas mortales causadas por la explosión inicial de una bomba de hidrógeno sería insignificante en comparación con las muchas más que sufrirían la «lenta tortura de enfermedades y desintegración».

Aunque no se han utilizado armas nucleares contra personas desde la Segunda Guerra Mundial y la amenaza de la Guerra Fría ha terminado, las advertencias de Einstein siguen siendo pertinentes.

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