Robar WiFi del vecino: la picaresca en el siglo XXI

El porcentaje de personas que se conectan a Internet desde redes ajenas va en aumento. En parte por lo fácil que es hacerlo.

Conectarse a una red WiFi es algo cotidiano hoy en día. Aunque no siempre se trata de una red que se paga cada uno, como arrojan los datos de varios estudios. Según estos informes, más del 10 por ciento de personas conectadas se aprovechan del vecino para entrar en Internet. Una muestra más de cómo la picaresca española no ha desaparecido. Simplemente se ha pasado al mundo digital.





Conseguir el material, muy fácil

Una de las razones por las que muchos prefieren conectarse a otras redes y no pagar su Internet es la facilidad para acceder a los materiales necesarios. En principio, lo único que se necesita es colocar una de las antenas wifi de largo alcance que se pueden encontrar en tiendas de electrónica, tanto físicas como online. Algunas de estas pueden captar la señal inalámbrica a kilómetros de distancia, con lo que robar WiFi al vecino es un decir. Hay quien puede utilizar redes procedentes de otra población como si las tuvieran en casa.

Programas para identificar las contraseñas

¿Cómo es posible que alguien pueda entrar en una red WiFi ajena? ¿Acaso no están protegidas con contraseñas? Lo cierto es que todos los fabricantes de routers y operadoras incorporan una clave de acceso para acceder a la red, aunque existen programas específicos que aprovechan los algoritmos que utilizan estas compañías para crear las contraseñas. Luego, no hay más que teclear la secuencia de caracteres correspondiente y empezar a navegar. Así de sencillo.

No cambiar la contraseña de fábrica, habitual

Otro de los motivos por los que es tan sencillo robar WiFi al vecino es que la mayoría de usuarios no cambia las contraseñas de fábrica. No hay informes detallados, aunque según estimaciones, 3 de cada 4 conexiones mantienen la misma contraseña que cuando se instaló el router. Lo que pone a los usuarios en una situación de vulnerabilidad respecto a que se conecten terceros.

Por ello, la primera recomendación que hacen los expertos en seguridad es cambiar la clave de acceso por una más segura. Una que tenga distintos caracteres, como números, letras mayúsculas minúsculas, signos de puntuación, etc. También se recomienda cambiar el nombre del dispositivo, ya que los nombres de fábrica son una invitación a conectarse en estas redes para muchos.

Este dato es curioso, ya que la mayoría de usuarios está convencido de que tienen una red segura. Sin embargo, desconocen el tipo de protocolo que emplea su conexión. Afortunadamente, algunos como el WEP han caído en desuso y prácticamente nadie lo utiliza ya. Los routers modernos emplean WPA y WPA2 como sistema de protección.

¿Existe peligro?

Lo cierto es que antes de ponerse a robar WiFi al vecino es importante saber que esta práctica, no por habitual, es un tanto peligrosa. No pasa nada si se hace como una broma a alguien o quien tiene la conexión consiente en que otros se conecten, lo cual a veces es así. Algunos usuarios comparten los gastos y pagan a medias un WiFi que hay en la casa de otro. Hasta aquí, sin problema.

Otra cosa es que alguien se conecte a una red sin permiso. Para empezar, se trata de un delito que puede ser denunciado, con los problemas legales que esto supone. Por otro lado, si la persona que paga el WiFi tiene algún conocimiento de informática o usa determinados programas, puede acceder a información sensible de los equipos conectados, como contraseñas de correo, datos bancarios, etc. El clásico caso del pícaro que cree estar engañando a otro y acaba siendo el engañado.

Sea como sea, queda demostrado una vez más que en España la picaresca sigue vigente. Podemos denominarla picaresca 2.0, pero en esencia es la misma que la descrita en el Siglo de Oro.

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