La inteligencia artificial ha dejado de ser una fantasía de ciencia ficción para convertirse en una herramienta práctica en diversos ámbitos profesionales, y su disponibilidad se ha extendido a la población en general. Sin embargo, este avance tecnológico ha generado preocupaciones sobre su impacto en el empleo, con casos de despidos en sectores como el doblaje de cine o la ilustración. La IA, por tanto, presenta una dualidad: por un lado, ofrece beneficios, pero por otro, plantea desafíos.
Un ejemplo de esta ambivalencia son los algoritmos de inteligencia artificial utilizados para recrear a personas fallecidas . Este fenómeno ha ganado notoriedad en los últimos años, con empresas que ofrecen desde ouijas virtuales para interactuar con figuras históricas hasta servicios que permiten a los usuarios comunicarse con seres queridos difuntos. Si bien algunas personas pueden ver estas aplicaciones como una forma de mantener vínculos emocionales con los fallecidos, para otras pueden resultar problemáticas.
En las últimas semanas, las redes sociales han sido testigo de dos ejemplos concretos de la aplicación de la inteligencia artificial para recrear a personas fallecidas. Por un lado, en el programa «El Hormiguero» de Antena 3, se llevó a cabo un experimento social en el que se invitó a personas que habían perdido a algún familiar y conservaban grabaciones de audio con su voz a hablar con ellos mediante esta tecnología.
Por otra parte, se ha difundido ampliamente un vídeo que muestra a una madre de Corea del Sur abrazando a su hija pequeña fallecida utilizando realidad virtual. Mientras algunos defienden que estas experiencias pueden ser beneficiosas para el proceso de duelo, otros sostienen que pueden complicarlo aún más. ¿Qué opinan al respecto los profesionales? Para obtener una visión más clara, el psicooncólogo Miguel Mediavilla ha ofrecido una explicación en Hipertextual. Pero antes de conocer su perspectiva, es importante comprender hasta dónde ha llegado la inteligencia artificial en este ámbito.
La historia detrás de la IA para recrear a los difuntos
En 2016, James Vlahos, un periodista tecnológico, recibió una triste noticia : su padre había sido diagnosticado con cáncer de pulmón en una etapa muy avanzada, con un pronóstico poco esperanzador.
Ante esta dolorosa situación, Vlahos se apresuró a recopilar toda la información posible sobre su ser querido. Grabó notas de voz de su padre hablando sobre su vida, desde su infancia hasta el momento presente. Esta acción le permitiría conservar un recuerdo vívido de él una vez que ya no estuviera.
Después del fallecimiento de su padre, Vlahos transcribió estas notas de voz, que abarcaban más de 200 páginas. Sin embargo, esto no fue suficiente para él. Sentía la necesidad de algo más: quería estar aún más cerca de su padre, aunque ya no estuviera físicamente presente. Confiando en la tecnología para encontrar consuelo, decidió crear lo que llamó «dadbot»: un chatbot entrenado con las grabaciones de su padre, que le permitía comunicarse con él en cualquier momento que lo deseara.
Él encontró consuelo en su invento y, viendo su potencial para ayudar a otros en situaciones similares, decidió fundar Here After AI . Esta empresa utiliza las grabaciones de voz de personas fallecidas para que sus familiares puedan mantener conversaciones con ellas, brindando un sentido de cercanía y conexión emocional incluso después de la muerte del ser querido.
Posteriormente, surgió Story File , otra iniciativa que utiliza grabaciones de vídeo, muchas veces realizadas de manera deliberada por personas conscientes de su inminente fallecimiento o que desean dejar un legado personal, similar a un testamento. Estos avances han dado lugar a lo que se conoce como «avatares de historia de vida»: reproducciones digitales de individuos que continúan existiendo digitalmente una vez que han fallecido.
Escaso valor en el proceso de duelo
Aunque algunos creadores de estas tecnologías, como el propio Vlahos, las concibieron con buenas intenciones, existe el temor de que, a medida que se perfeccionen, surjan empresarios que se aprovechen del dolor de las personas en duelo. Estos podrían manipular emocionalmente a los dolientes, haciéndoles pagar repetidamente para volver a interactuar con sus seres queridos fallecidos.
Sin embargo, el uso de la inteligencia artificial para recrear a personas fallecidas también plantea riesgos más directos para el proceso de duelo. «El duelo es un proceso de adaptación a la pérdida en el que el doliente aprende a convivir con la ausencia de la persona querida fallecida, y uno de los mecanismos de ese proceso es la habituación», señala Miguel Mediavilla. «Uno de los aspectos con los que una persona en duelo debe aprender a convivir es, precisamente, la imposibilidad de mantener una conversación con la persona fallecida».
Este es un dato crucial, aunque el psicólogo hace una precisión importante. «No es que no podamos hablar con ellos», explica. «De hecho, hablar con las personas fallecidas es algo común y saludable en el proceso de duelo». Es una parte natural del proceso. De hecho, a lo largo de la historia, vemos muchos ejemplos representados en diversos formatos. Incluso hay una cita de Irene Vallejo que, según el psicooncólogo, resume muy bien la utilidad de estas conversaciones: «Hablar con los muertos es algo menos que una conversación, pero mucho más que un monólogo».
¿Cuál es la problemática detrás de la recreación de personas fallecidas mediante inteligencia artificial?
El dilema radica en que, aunque parece que estamos interactuando con la persona fallecida, en realidad no hay nada de su esencia detrás de esa voz o imagen. Se pierde esa sensación reconfortante de conversar con los difuntos sin esperar respuesta, tal como describe la cita de Vallejo, lo que crea una ilusión falsa de cercanía que podría prolongar el proceso de duelo o incluso hacerlo crónico.
Esta aplicación podría congelar, cronificar el duelo o interrumpir el proceso natural del mismo precisamente por impedir ese proceso de habituación. En principio me parece, por lo tanto, una herramienta innecesaria para la inmensa mayoría de las personas en duelo, que, además puede ser perjudicial para un número importante de ellas. Creo que solo debería utilizarse en un contexto clínico, bajo supervisión de un profesional y para circunstancias muy concretas. Circunstancias que, por otro lado, se pueden trabajar de otras maneras.
Miguel Mediavilla, psicooncólogo
¿Qué considerar si aún deseamos explorar esta opción?
Miguel Mediavilla destaca uno de los desafíos en nuestra sociedad: el tabú que rodea a la muerte. «Nos cuesta mucho hablar sobre ella, preferimos actuar como si no existiera o como si nunca nos afectara», explica. «Por ejemplo, a menudo confundimos conceptos como duelo y luto, que no son intercambiables».
Por esta razón, sugiere que tal vez la única ventaja de utilizar la inteligencia artificial para recrear a personas fallecidas sea que nos obligue a reflexionar más sobre la muerte.
Sin embargo, ¿qué sucedería si alguien sigue adelante y utiliza estos algoritmos? Según el psicooncólogo, sería útil entablar una conversación con esa persona y mostrar comprensión. Pero también es importante señalarle las alternativas disponibles.
Lo primero que le diría es que se plantee por qué quiere usar la IA y si realmente la necesita para conversar con la persona fallecida. Si la necesita, por ejemplo, para decirle que le quiere o pedirle que le perdone por alguna cuestión concreta o para comentarle lo mucho que le echa en falta. Le diría que si lo que busca son respuestas piense que no le va a contestar esa persona que tanto quería, sino una máquina clonando su voz. Y que le va a decir, probablemente, lo que quiere oír. Además, si la respuesta no fuera la esperada, el dolor puede ser aún mayor.
Miguel Mediavilla, psicooncólogo
Por eso, «les sugeriría a esas personas que, si lo consideran adecuado, busquen apoyo profesional en el proceso de duelo». Por ejemplo, en la Asociación Española Contra el Cáncer, donde Mediavilla ejerce, brindan este tipo de servicios. Sin embargo, no son la única institución que ofrece ayuda en este sentido.
Cuando enfrentamos un duelo que nos resulta difícil de superar, es fundamental recurrir a profesionales. Aunque al principio pueda parecer reconfortante hablar con la voz o ver la imagen de alguien que ya no está, es probable que a largo plazo nos cause más dolor. La inteligencia artificial puede facilitarnos la vida en muchos aspectos, pero cuando se trata de la muerte, lamentablemente, no existen soluciones mágicas que nos eviten el sufrimiento. Lo que parece una solución podría, en realidad, agravar nuestro dolor.