Magnus Carlsen, el hombre que ha revolucionado el ajedrez online

En una era en la que nos hemos acostumbrado a ver cómo se sigue masivamente a los expertos de videojuegos haciendo partidas online, difícilmente nos podríamos imaginar que sería una disciplina como la del ajedrez la que generaría una gran expectación.





No es que algo así no tenga precedentes, la rivalidad entre Gary Kasparov y Anatoli Karpov y sus enfrentamientos entre los años 1985 y 1990 congregaron a millones de personas ante la televisión; o también la partida entre el propio Kasparov y la computadora Deep Blue, en 1996, que adquirió gran popularidad.

¿Quién es Magnus?

Pero esta vez es diferente. El nuevo fenómeno se llama Magnus Carlsen, y la historia tiene mucho que ver con las herramientas actuales: la actividad online y las redes sociales. Magnus, nacido hace 29 años en Noruega, contaba a finales del marzo pasado con más de un millón de usuarios que seguían diariamente sus partidas a través de las redes sociales.

Hay que aclarar que no estamos hablando de un ajedrecista “Fake”, Carlsen es Gran Maestro desde los 13 años, y se convirtió en Campeón Mundial de Ajedrez por primera vez a los 22 años (siendo el segundo más joven de la historia), título que ha revalidado en durante los siguientes años. Y además de diversas distinciones como deportista, mantiene el récord de partidas sin perder: nada más y nada menos que 111.

Quién es Magnus

 

Pero lo que ha revolucionado esta disciplina es, además de una imagen que conecta mucho con las nuevas generaciones, la proximidad del campeón, ya que se presta habitualmente a celebrar partidas online con sus seguidores. Todo empezó, este año, con el “Magnus Carlsen Chess Tour”, donde se enfrentaría vía internet con diversos campeones de alrededor del planeta; un evento que generó una gran audiencia entre los aficionados: para ser exactos de 70 millones de personas, nada que envidiar a otros famosos eventos deportivos.

Todo ello provocó un aumento de los afiliados a las plataformas especializadas que retransmitían o informaban de sus proezas. Así, Chess.com pasó de 35 millones de miembros a más de 41, y con altas nuevas diarias que rozan el millón y medio. Por su parte, Chess24, española, ha aumentado sus altas casi un 80% respecto del año anterior.

Pero, como comentábamos antes, lo verdaderamente novedoso es que la cantidad de partidas disputadas por Magnus es tan elevada en comparación a lo que veíamos históricamente que le da tiempo a jugar con sus seguidores de forma habitual. De esta manera, un admirador del campeón puede jugar una partida online con él, algo que hace las delicias de los aficionados y le granjea aún más seguidores. Es como si Pau Gasol viniese a jugar un partido de baloncesto contigo.

Ventajas del ajedrez

Definitivamente, hacía años que el ajedrez no adquiría tanta popularidad, aunque aficionados no le han faltado nunca. Tal vez podamos pensar que el ajedrez es una actividad con un glamour limitado y sólo reservada para los introvertidos; sin embargo, nos sorprenderíamos de la cantidad de personajes populares que lo practican.

Y no nos referimos solamente a científicos y eruditos. Desde personalidades del cine como el director Stanley Kubrick (al cual sirvió de inspiración en diversas ocasiones) , el actor Humphrey Bogart o la actriz Julia Roberts, hasta deportistas como Boris Becker, Lennox Lewis o Jennifer Shahade, pasando por cantantes de la talla de Bono o Sting; sin olvidar a referentes históricos como Lenin, Asimov, el Papa Juan Pablo II o Lewis Carroll, por citar algunos.

¿Es este fenómeno una buena noticia? Sin duda alguna. La práctica del ajedrez tiene enormes ventajas: desde potenciar la memoria o la creatividad a ayudar a prevenir el Alzheimer o a mejorar el análisis y la planificación de problemas. Que las nuevas generaciones inviertan su tiempo y dedicación en esta disciplina no deja de ser un aspecto positivo.

Especialmente cuando, tal y como publicábamos hace algunos meses, todo parece indicar que estamos delegando excesivamente en el uso de la tecnología, lo que provoca que olvidemos, en ocasiones, el entreno de nuestra materia gris.

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