En estos momentos, el gaming es el líder mundial del entretenimiento de manera indiscutible. Pese a que ahora, ese legado parece indiscutible, todo tiene un inicio o un punto clave para que ese crecimiento fuera sostenido en el tiempo. En el campo de los videojuegos, los arcades de la década de los 80 y 90 fueron clave, al ser productos novedosos que siguen de plena actualidad. De hecho, otros productos de similar naturaleza como las slots machines se retroalimentan de aquellas opciones de éxito que marcaron el camino del éxito.
Títulos como Pac-Man, Space Invaders, Street Fighter II o Mortal Kombat se convirtieron en símbolos de una generación que descubría, por primera vez, la experiencia de jugar en comunidad, hombro con hombro frente a una máquina que no solo demandaba habilidad, sino también monedas constantes para seguir en la partida.
La transición hacia los años noventa consolidó al arcade como espacio social, pero también comenzó a evidenciar los límites de este modelo. La llegada de las consolas domésticas y de los primeros ordenadores personales fue desplazando progresivamente a las recreativas. Los videojuegos dejaron de ser una experiencia asociada exclusivamente a un lugar físico y pasaron a estar disponibles en la comodidad del hogar.
La irrupción de internet cambió las reglas del juego de manera definitiva. Con la conectividad, el videojuego dejó de ser un entretenimiento local para convertirse en un fenómeno global. Los primeros títulos en línea de finales de los noventa y principios de los 2000, como Counter-Strike o Diablo II, introdujeron la noción de comunidades virtuales que se organizaban, competían y socializaban a través de la red. Ya no era necesario compartir espacio físico en un salón recreativo: la competición y la camaradería podían darse desde cualquier lugar del mundo.
En paralelo, este salto digital abrió la puerta a otro tipo de entretenimiento: el casino online. El vínculo entre el gaming y las apuestas se hizo cada vez más evidente. Al igual que en las recreativas, donde el jugador introducía monedas para seguir avanzando, los casinos virtuales trasladaron la lógica de riesgo y recompensa a la pantalla del ordenador. El blackjack, la ruleta o las tragamonedas comenzaron a convivir en el mismo ecosistema digital que los videojuegos de acción y estrategia, captando a millones de usuarios que buscaban emociones rápidas y accesibles.
El atractivo del casino online residía en su inmediatez y en la sensación de estar participando en una experiencia similar a la de los grandes templos de juego, pero sin necesidad de desplazarse. Al igual que ocurrió con los arcades, la dimensión social fue determinante: los chats en vivo, las competiciones entre usuarios y la posibilidad de jugar con crupieres reales mediante streaming replicaban, en la red, la atmósfera de un casino físico. En cierto modo, el camino que recorrió el gaming desde los salones recreativos hasta los videojuegos online sirvió de inspiración para que la industria del azar explotara el mismo modelo.
Con el paso de los años, el casino online ha ido copando buena parte del mercado del entretenimiento digital, hasta el punto de convertirse en una de las ramas más lucrativas de la red. Mientras que los videojuegos han consolidado fenómenos globales como los eSports y los mundos abiertos, las plataformas de apuestas han aprovechado la tecnología móvil para estar presentes en el día a día de los usuarios, ofreciendo partidas rápidas y accesibles en cualquier momento.
Con todos estos datos, es indudable concluir que los arcades de los 80 y de los 90, marcaron un antes y un después en todo el paradigma del gaming a nivel mundial.