«Hey, Elon, ¿puedes devolverme mis diseños, por favor?». Con estas palabras cargadas de ironía, el cineasta Alex Proyas señaló públicamente a Elon Musk, sugiriendo que el empresario habría tomado demasiada inspiración de los diseños mostrados en su película Yo, Robot para sus proyectos de robots humanoides y vehículos autónomos. Lo hizo a través de X, la red social que ahora pertenece a Musk, acompañado de varias imágenes que resaltan similitudes notables.
En las imágenes compartidas por Proyas, se comparan escenas de Yo, Robot con los modelos presentados por Musk: robots humanoides, un camión de carga y un automóvil. A primera vista, la similitud es innegable, pero ¿basta para acusar a Musk de plagio?
Hey Elon, Can I have my designs back please? #ElonMusk #Elon_Musk pic.twitter.com/WPgxHevr6E
— Alex Proyas (@alex_proyas) October 13, 2024
La relación entre ciencia ficción y avances científicos
La historia ha demostrado repetidas veces cómo las invenciones que nacen en la ficción encuentran su camino hacia la realidad. Un ejemplo claro es Julio Verne, quien en sus novelas predijo tecnologías como el submarino, con el Nautilus en Veinte mil leguas de viaje submarino, o los cohetes espaciales, como en De la Tierra a la Luna.
No se trata solo de vehículos. Tecnologías como los hologramas, videollamadas, tablets, robots y drones también comenzaron como ideas ficticias antes de hacerse realidad. Incluso dispositivos comunes como las puertas automáticas o los teléfonos móviles tuvieron sus orígenes en historias de ciencia ficción.
Esto tiene sentido, ya que muchas invenciones ficticias se basan en principios científicos que, aunque no siempre realizables en el momento, eran teóricamente posibles. Incluso las ideas más extravagantes a veces logran materializarse, como lo demostró un inventor que construyó una versión funcional de un sable láser similar al de Star Wars. Para algunos creadores, el verdadero desafío no es inventar algo nuevo, sino encontrar la forma de hacer realidad lo que ya fue imaginado por otros.
Similitudes inevitables en el diseño
Es comprensible que ciertos inventos que pasan del mundo ficticio al real compartan características similares. Un robot humanoide o un coche autónomo, por ejemplo, seguirán patrones de diseño semejantes, ya que el concepto general es el mismo. Las diferencias surgen en los detalles: si el robot tiene una apariencia más expresiva o si las puertas del coche tienen una apertura distinta, por ejemplo.
La pregunta clave es cuándo una similitud se convierte en plagio. Según la RAE, plagiar implica «copiar lo esencial de una obra ajena y presentarla como propia». Sin embargo, la interpretación de qué constituye una copia sustancial es subjetiva, tanto a nivel personal como legal.
Además, hay que considerar si los diseños en la ficción siguen un patrón lógico que podría aplicarse a su creación real. Alguien que diseñe un coche o un robot ficticio probablemente le dará un aspecto funcional que podría parecerse a un invento real.
Incluso en la ciencia ficción, los vehículos suelen tener cierta coherencia interna. De hecho, sería más sorprendente que no se parecieran a lo que uno esperaría de un coche o un robot real, pues esto podría sugerir que el diseñador les ha dado un aspecto único a propósito. Las naves espaciales de Star Wars son un buen ejemplo de esto, donde incluso los diseños más inusuales encuentran una justificación dentro del universo de la saga.
La viabilidad de la reclamación de Alex Proyas
Más allá de las opiniones personales sobre la acusación de Proyas, desde un punto de vista legal, ¿tiene fundamento? En general, las leyes de propiedad intelectual protegen diseños específicos, y en caso de que se plantee una demanda, corresponderá al juez determinar si hubo plagio basándose en las pruebas presentadas.
Aunque estéticamente los diseños puedan parecer similares, demostrarlo legalmente es más complicado. Al comparar un diseño ficticio digital, como los creados en CGI para una película, con un producto real o potencial, la línea entre inspiración y plagio es más borrosa.
Un ejemplo cotidiano puede ayudar a ilustrar esta idea: si dos marcas usan la imagen de una vaca en el envase de sus productos lácteos, las imágenes pueden parecerse, pero a menos que sea la misma vaca en el mismo prado, es improbable que una demanda por plagio prospere. Para que una acusación de infracción de derechos de autor tenga éxito, el demandante debe probar que la copia es directa y evidente.
Finalmente, los proyectos tecnológicos de Musk cuentan con patentes de Tesla Motors, que protegen tanto el diseño como la tecnología empleada. Para que una patente sea válida, el producto debe ser innovador. Así que, en el caso de que los robots o vehículos de Musk lleguen a hacerse realidad, cumplirían con ese criterio, ya que, a diferencia de los de la película, realmente funcionarían.