Hemos presenciado de todo en la incansable búsqueda del ser humano por prolongar su vida. Desde arriesgarlo todo en la búsqueda de una supuesta fuente de la juventud eterna hasta realizar transfusiones de sangre de personas jóvenes a individuos mayores. En la actualidad, la ciencia que investiga el envejecimiento avanza lentamente, enfocándose principalmente en el papel de los telómeros y la telomerasa. Entretanto, otros científicos buscan atajos con propuestas tan futuristas como el trasplante de cabeza.
Este es un objetivo que ha sido perseguido por décadas por muchos investigadores, pero nunca ha tenido éxito. Los últimos en plantearlo han sido los científicos de BrainBridge, una empresa que promete realizar un trasplante de cabeza en el futuro, gracias a las nuevas tecnologías en robótica e inteligencia artificial.
La meta de estos trasplantes es trasladar la cabeza de una persona enferma o envejecida a un cuerpo más joven. Así, la persona conservaría sus recuerdos y su identidad, pero podría vivir más tiempo con un cuerpo joven y saludable. Aunque esto parece ciencia ficción, y de hecho, actualmente lo es. A pesar de las afirmaciones sobre su viabilidad, nadie ha logrado hacerlo realidad. Incluso si fuera posible, surgirían numerosas cuestiones éticas que deberían ser cuidadosamente consideradas. No obstante, dejemos a un lado la ética por ahora y centrémonos en el aspecto científico. ¿Es realmente viable llevar a cabo un trasplante de cabeza?
Un recorrido por la historia del trasplante de cabeza: desde los monos hasta los robots
El primer individuo en intentar un trasplante de cabeza fue el neurocirujano Robert J. White. Este reconocido especialista realizó más de 10.000 cirugías a lo largo de su vida. Sin embargo, en los años 70, comenzó a obsesionarse con la idea del trasplante de cabeza.
Tras investigar el procedimiento, White logró realizarlo en dos monos rhesus. El cuerpo del mono fallecido se usaba para recibir la cabeza del mono que aún vivía. Al principio, el trasplante tuvo éxito porque el mono sobrevivió. Sin embargo, murió 8 días después, durante los cuales no pudo moverse. White no tenía las herramientas ni el conocimiento para reconectar los nervios cortados, por lo que la médula espinal no se conectaba con la cabeza.
La idea quedó en suspenso. White nunca intentó hacer lo mismo con humanos, ya que los experimentos con monos no produjeron los resultados esperados, aunque siempre mantuvo la esperanza de que algún día sería posible. Sin embargo, el neurocirujano italiano Sergio Canavero sí se atrevió. En 2017, este científico afirmó haber realizado un trasplante de cabeza entre humanos. Ante la presión de la comunidad científica para que presentara pruebas, finalmente mostró sus resultados, que resultaron ser mucho menos impresionantes de lo que había declarado. Básicamente, tanto el donante como el receptor estaban muertos antes de la intervención.
Canavero afirmó que este era solo el primer paso y que pronto podría realizar el trasplante de cabeza entre humanos vivos. Hasta ahora, no lo ha logrado, pero asegura que pronto tendrá las herramientas necesarias para hacerlo. De hecho, él y los científicos de BrainBridge comparten una idea en común: la utilización de polietilenglicol (PEG) para unir los nervios seccionados.
¿Es posible lo que promete brainbridge?
Los investigadores de BrainBridge sostienen que el trasplante de cabeza es una buena idea, ya que creen que el cerebro humano puede vivir cientos de años siempre y cuando tenga un cuerpo joven. Eso es lo que afirman. Sin embargo, demostrarlo científicamente es otra historia. Se sabe que el cerebro humano pierde alrededor de un 0,2 % de su volumen a partir de los 35 años , y este porcentaje aumenta hasta un 0,5 % después de los 60. Esto no parece apoyar la idea de que el cerebro pueda vivir cientos de años.
Desde el punto de vista genético, tampoco parece muy probable. De hecho, los genetistas establecen un límite aproximado de 115 años para la esperanza de vida humana. Algunos científicos creen que con ciertos cambios en nuestro ADN podríamos vivir miles de años. Pero estamos ante el mismo dilema que con BrainBridge. Afirmar algo es una cosa, demostrarlo es algo muy diferente.
Aun así, suponiendo que el trasplante de cabeza pudiera extender nuestra vida, habría que verificar su viabilidad. El polietilenglicol, una sustancia utilizada en estos procedimientos, ha mostrado causar reacciones alérgicas graves en otros contextos menos críticos. Por ejemplo, hace poco se suspendieron ensayos clínicos de una vacuna contra el VIH debido a reacciones adversas relacionadas con este aditivo.
Por otra parte, en BrainBridge plantean el uso de robótica e inteligencia artificial para mantener la conexión entre el cuerpo y el cerebro. Esto iría más allá de un simple trasplante de cerebro, apuntando hacia la creación de seres similares a cyborgs.
Para llevarlo a cabo, utilizan dos robots que operan de manera simultánea tanto en el donante como en el receptor, asegurando que el cerebro pase el menor tiempo posible fuera de un cuerpo. Aunque suena muy futurista, resulta complicado imaginar cómo funcionaría en la práctica.
Aspectos éticos del trasplante de cabeza
Se dice que el mismo White, preocupado por las implicaciones religiosas del trasplante de cabeza, consultó con dos papas antes de proceder. Al fin y al cabo, se cree que el alma humana reside en el cerebro, por lo que estaría trasladando el alma de un cuerpo a otro.
Actualmente, las preocupaciones religiosas afectan solo a algunos sectores, pero las cuestiones éticas generan bastante debate. Lo primero y más importante es que, por ahora, no se sabe si un trasplante de cabeza realmente funcionaría. ¿La persona cuya cabeza ha sido trasplantada se despertaría sin problemas en su nuevo cuerpo? ¿Todo funcionaría igual, solo que en otro cuerpo? Es una hipótesis que nadie ha podido comprobar ni demostrar.
Y fue precisamente este uno de los argumentos presentados por los expertos en bioética de la Universidad de Emory en 2017, cuando Sergio Canavero insistió en la viabilidad del trasplante de cabeza. También explicaron que la operación sería extremadamente compleja y que no se había realizado suficiente investigación previa. Esto significaría poner en peligro a los pacientes, con un resultado incierto. ¿La persona seguiría siendo la misma? Tanto el cine como la literatura están llenos de referencias a este tipo de procedimientos, desde la creación de Frankenstein hasta Bella Baxter en Pobres Criaturas. ¿El resultado sería comparable a estos casos?
Existen muchas preguntas que los científicos deben considerar antes de iniciar cualquier procedimiento. Pero, incluso si las respuestas fueran lo suficientemente satisfactorias para continuar, el trasplante de cabeza no es tarea fácil. Con la tecnología actual , es algo que difícilmente se podrá lograr.