«Oye, mamá, ¿podrías dejar la línea libre? Tengo que conectarme a Internet para descargar una imagen antes de mi próxima clase. ¿Has visto dónde dejé mis disquetes?»
Ah, qué épocas aquellas de la incipiente Internet.
Antes de que los buscadores se convirtieran en máquinas recolectoras de datos de las grandes empresas tecnológicas, que las plataformas sociales afectaran la estabilidad emocional de la gente y los sitios web de nicho dividieran a la sociedad en clanes ideológicos, teníamos AIM: el Mensajero Instantáneo de AOL.
¿Recuerdas el pequeño icono amarillo de un hombre corriendo? ¿Y el inolvidable sonido de «bi-bi-bip» cuando te enviaban un mensaje? ¿Qué tal las modestas interfaces de chat que usábamos para conversar con amigos?
La realidad, sorprendentemente, es que AIM jamás se ha ido del todo.
Cada vez que alguien emplea WhatsApp, WeChat, Discord, Line, Slack, Viber o incluso Google Chat (bueno, en realidad nadie usa Google Chat), está utilizando una variante de la herramienta que AOL lanzó allá por 1997. Sin embargo, a diferencia de hoy, donde la comunicación ocurre en pequeñas pantallas de móvil, en aquel entonces, las personas usaban teclados físicos para teclear. Impresionante.
Durante su existencia, AIM experimentó una transformación de ser un innovador y querido canal de comunicación digital a convertirse en un mensajero obsoleto que ahora evoca recuerdos nostálgicos de juventudes pasadas. Pero lo cierto es que AIM persistió más tiempo del que muchos creen. Tras una serie de acuerdos corporativos con AOL, y tras el estallido de la burbuja puntocom en la década de los 2000, AIM inició un declive paulatino, cerrando oficialmente sus puertas en 2017.
La metamorfosis de lo sencillo
Estamos en 1985. En los Estados Unidos Tears for Fears acaba de sacar su éxito Everybody Wants to Rule the World. Ronald Reagan comienza su segundo período presidencial. Mary-Lou Retton obtuvo cinco medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. Pero, quizá el hecho más relevante de todos: Steve Case, un joven universitario apasionado de Atari, crea Quantum Computer Services como una especie de «tablón de anuncios digital», destinado a los usuarios de Commodore 64, según se detalló en un artículo de TIME de 1997.
Pasarían ocho largos años antes de que el proyecto de intercambio de datos del CERN se convirtiera en la World Wide Web pública en 1993. En 1991, Quantum se sometió a una encuesta interna entre su equipo y decidió cambiarse el nombre a American Online (AOL). Dos años antes, en 1989, Quantum había lanzado ya su primer servicio de mensajería instantánea.
Entretanto, a mediados de la década de los 90, el acceso a Internet experimentó un explosivo aumento. Según datos de Our World in Data , el número de usuarios de Internet en todo el mundo era de menos de 10 millones en 1993, y esa cifra ascendió vertiginosamente a cerca de 200 millones en 1998. En Estados Unidos, Pew Research reporta que el porcentaje de adultos que usaban Internet pasó del 23% en 1996 al 41% en 1998.
En ese mismo período, el correo electrónico ya empezaba a perder popularidad. Las plataformas de mensajería instantánea emergieron como sustitutos, con funcionalidades que hoy nos resultan muy familiares, como listas de contactos, mensajes de estado y emojis divertidos. AIM se convirtió en el líder indiscutible en este terreno, llegando en un momento crucial de la expansión de Internet.
Un ocaso lento y progresivo
Desde sus inicios, AOL no tardó en iniciar un proceso de fusiones y adquisiciones con otras compañías digitales. Se hizo con CompuServe en 1997 y Netscape en 1998. Y, como era de esperar que las grandes corporaciones no se quedaran atrás, se fusionó con Time Warner en el año 2000, en un acuerdo valorado en 125.000 millones de dólares.
Sin embargo, el auge económico de las empresas de Internet comenzó a estabilizarse a partir de 2002.
AIM, el mensajero de AOL, había sido lanzado tan solo cinco años antes, en 1997, pero rápidamente se consolidó como una herramienta esencial en las casas de los internautas. La comunicación cotidiana empezó a llenarse de siglas como «brb», «afk», «lol» y emoticonos como «;-)», formando la base del lenguaje digital que hoy damos por sentado.
Además, AIM permitía a los usuarios saltarse toda la maraña de páginas web, imágenes y pop-ups para ir directamente al grano. Desde ejecutivos hasta adolescentes con hábitos de aseo cuestionables, AIM conquistó a todos.
No obstante, el mundo de la tecnología no se detiene. MySpace se presentó en 2003 y Facebook (originalmente TheFacebook) en 2004, y AIM empezó a perder su lustre. TIME indica que AOL logró mantenerse en la superficie mediante la adquisición de otras empresas, como Huffington Post en 2011.
AIM no desapareció, simplemente fue eclipsado por nuevos gigantes del sector. Finalmente, el servicio cerró sus puertas en diciembre de 2017, dos años después de que Verizon adquiriera AOL en 2015.